SALUDO A LOS MAESTROS DE LA
ARQUIDIÓCESIS DE ROSARIO EN SU DÍA
11 de septiembre
Con ocasión del celebrarse el Día del Maestro, deseo hacerles llegar mi saludo y felicitación, al que se une la Junta de Educación Católica de nuestra Arquidiócesis.
Las comunidades educativas, que nacieron generalmente en nuestras parroquias e institutos religiosos con el carisma de educar a la luz de la Buena Noticia de Jesucristo, tienen como meta llevar adelante un proyecto educativo imposible de alcanzar sin la presencia de ustedes, queridos maestros, sobre todo cuando deseamos llegar a muchos sectores que necesitan esa presencia, y que quieren unirse a este proyecto.
Este proyecto difícilmente podría continuarse y hacer efectiva su misión sin la perseverancia y el entusiasmo de los maestros que hacen de su trabajo, también una entrega de vida.
Les agradezco su dedicación, porque el maestro católico está llamado a formar al niño, desde la más temprana edad, y debe hacerlo acompañándolo, e iluminando la enseñanza social, cultural, histórica, científica, etc., que se les ofrece con una visión que tiene presente a Dios, por medio de la catequesis y por la sintonía con el sector de aprendizaje correspondiente. Esta síntesis es un requisito esencial para nuestras escuelas y para nuestros maestros cristianos.
Como lo recordé en nuestros encuentros con ustedes al comenzar el año, y en otras ocasiones, no basta estar en una escuela que sobresalga por su contenido educativo, o por su metodología, o por su por sus instalaciones, o por su disciplina; es necesario una profunda vivencia del mensaje de Jesucristo, del encuentro con su persona y de su incidencia en nuestra vida. Como maestros ustedes también son discípulos, y están llamados a anunciar lo que recibieron. Es necesario para ello, no estar solos, sino buscar la pertenencia a una comunidad viva, de la que cada uno forma parte, llamado a integrarla y enriquecerla.
Además la profesionalidad de todo maestro y maestra tienen una característica específica que adquiere su significación más profunda en el caso del educador católico: la comunicación de la verdad. En efecto para el educador católico cualquier verdad será siempre una participación de la Verdad, y la comunicación de esta verdad como realización de su misión se convierte en un rasgo fundamental de su participación en el oficio profético de Cristo, que prolonga con su magisterio (cfr. Con. para la Educación católica, El laico católico testigo de la fe en la escuela, nº 16).
Gracias queridos maestros y maestras por participar en esta misión de la escuela católica, porque participan con generosidad de un proyecto en la que su testimonio está al servicio de la persona, y centrado en la Palabra de Dios que los anima. Que esta Palabra también los reconforte, sobre todo en medio de las dificultades que seguramente les toca sobrellevar, y en la permanente vocación a la santidad, que tocó sus corazones cuando recibieron el bautismo.
En este día quiero pedir también por sus familias, que de alguna manera están vinculadas a su vocación y entrega. Hago extensivo a cada uno de ellos mi recuerdo, a quienes tengo presente en la Eucaristía, que es fuente y culmen de nuestra misión.
En las ciudades y pueblos de la Arquidiócesis, hay muchos maestros y maestras que pertenecen a otras escuelas e institutos de enseñanza. A ellos también deseo hacerles llegar mi cordial saludo en su día.
Con la confianza de que la Santísima Virgen los aliente y proteja siempre en su misión, y que permanezca con ustedes como Madre de la esperanza, les hago llegar mis expresiones de cordial estima y afecto en Jesucristo.
Rosario, 10 de septiembre de 2008
+ José Luis Mollaghan
Arzobispo de Rosario
Palabras que concuerdan también con la labor del bibliotecario.
Nuestra participación es simplemente la de acompañar la tarea del docente por eso somo "co-docentes". El mes de Setiembre es el Mes de la Educación. Nosotros estamos en este més tan significativos. Somos parte del sistema educativo.
Por tal motivo debemos estar contentas, orgullosas de realizar una labor con niños, con jóvenes y también con adultos que deben aprender a ser"personas",y "ciudadanos" en una sociedad cada vez más especializada, más tecnológica, más competetiva y también con una gran debilidad con una gran falta de "humanidad" (en el sentido de "ver" a los demás).
Bibliotecarios,
bibliotecarios escolares,
somos parte de un cambio.
Pero ningún cambio se hace efectivo
si no hay una aceptación, continuidad y perseverancia
en el ritmo del cambio.
Cambio de actitudes,
cambio de estrategías,
cambio de recursos,
imnovación tecnologica,
imnovación mediatica,
todo sirve si hay un "cambio interior".
De lo contrario son solamente lindas palabras huecas y carentes de vida.
FELIZ DIA DEL BIBLIOTECARIO
de una simple colega a un mundo de colegas activas, presentes y "vivas" en el entorno educativo-cultural-social de nuestro universo de "Internet".
Con el caríño de siempre
Ana María Córdoba.
martes, 16 de septiembre de 2008
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